CfP revista Constelaciones: Crítica cultural y sociedad en un capitalismo de expectativas decrecientes

Una de las señas de identidad de la teoría crítica es, sin duda, su articulación de una crítica de la cultura entendida como un elemento constitutivo de la teoría social. Frente a los planteamientos tradicionales de la crítica cultural, la teoría crítica asume que la producción cultural no puede entenderse únicamente a partir de sí misma, sino sólo desde su imbricación en la lógica social. Por otra parte, frente al veteromarixmo que ubicaba la cultura como un asunto de “superestructura” enteramente determinado por la base económica, la teoría crítica entiende que la producción y la recepción de la cultura es una dimensión esencial de la reproducción de la totalidad social y su iniquidad. De ahí su esfuerzo por desentrañar el papel de la cultura y su autonomía (relativa) en la formación y la reproducción de la sociedad capitalista. Su atención se centraba en las contradicciones que entrañaba esa autonomía relativa, en el proceso de mercantilización de la cultura y en su casi total sometimiento a las estructuras y procesos de dominación específicamente capitalistas en la lógica de la industria cultural. Sin negar la diferenciación de esferas propia de la modernidad capitalista, la contribución de la teoría crítica se caracteriza por convertir algunos aspectos de la teoría social en crítica de la cultura y, viceversa, por transformar la crítica de la cultura en crítica de la sociedad. Incluso allí donde se analizan producciones culturales concretas, la atención se dirige a la totalidad social y a su reproducción; del mismo modo, la crítica de los productos culturales es un ingrediente esencial del análisis de las estructuras sociales básicas: sus procesos, sus dinámicas, sus crisis y sus posibilidades de transformación.

Esto vale especialmente en una situación de crisis sistémica. La profundidad de esa crisis sólo se hace verdaderamente presente cuando la consideramos también como una crisis de erosión cultural; es decir, cuando tomamos conciencia de que la cultura es un factor decisivo en ella. De nuevo, no se trata de añadir un “factor cultural” a la dinámica económica, sino de entender que los procesos de producción y recepción de cultura constituyen un factor de la misma crisis; tanto la supervivencia del capitalismo como las posibles alternativas al mismo dependen en buena medida del equipamiento cultural de los individuos: la cultura puede ser tanto un cemento que amalgama como un material explosivo.

La profundidad de la crisis y las contradicciones sociales que revela ponen de manifiesto que hoy no nos enfrentamos sólo a un problema de reparto de la riqueza y, por tanto, de la explotación de la mayoría por una minoría, sino a una crisis de civilización que implica el hundimiento de todo un modelo cultural cuyos fundamentos se han visto socavados: la confianza generalizada en el progreso, la credulidad tecnológica, la posibilidad de un desarrollo depredador. Hoy se vuelven más visibles los límites de la lógica que somete todos los ámbitos de la existencia a la lucha por la supervivencia, así como resulta patente la fusión casi completa de la cultura visual con el diseño, la publicidad y la vigilancia, en un momento en que el capitalismo muestra una creciente dificultad para imaginar perspectivas de futuro más allá del vacío o la hecatombe. ¿Cómo afecta esto a la producción y el consumo de cultura? Algunos diagnósticos remiten a una creciente fijación de la cultura en su propio pasado y a una pérdida de tensión con el presente. Pero este proceso afecta a su vez a las mentalidades, los caracteres y las prácticas sociales que cristalizan en los modos de individualización del capitalismo terminal. La profunda crisis que vivimos pone de manifiesto que la función integradora de la cultura no hace sino reforzar las tendencias totalizadoras y las dinámicas autodestructivas de la dinámica social. Así pues, no basta con cuestionar la integración a través del trabajo y el consumo, sino de combatir y superar las formas culturales de subjetivación que le sirven de soporte en la actualidad. Pero ¿pueden ubicarse aún prácticas de resistencia que respondan a esta exigencia en el ámbito cultural?  

La teoría de la cultura no se enfrenta hoy solo al proceso de creciente mercantilización y descomposición de la alta cultura burguesa en lo que se denominó “cultura de masas”. Este proceso llevó a la integración de todas las clases sociales y a la socialización casi total de los individuos, sometiéndolos a los nuevos imperativos sistémicos del capitalismo del siglo XX. En la era digital, sin embargo, el capitalismo de plataformas implica un paso ulterior en este sentido: la crítica se enfrenta ahora a una simbiosis casi total entre una valorización capitalista en horas bajas y las formas de vida, experiencia, subjetivación y construcción de la realidad. La adicción masiva al uso de las interfaces que constituyen el entorno digital de existencia de millones de seres humanos los convierte cada vez más en nodos de flujos mercantilizados de información, afectos, relaciones, productos culturales y materiales, etc. a la búsqueda de una valorización en fuga. La necesidad de sofisticar los dispositivos de sujeción y de anular toda forma de autonomía se ha convertido en el nuevo imperativo de la reproducción cultural de la sociedad hoy. Con todo, la crítica dialéctica de la cultura asumía que los productos temporales no son sólo un reflejo de la sociedad en la que surgen, sino que también encierran una posibilidad de que la lógica social desquiciada pueda cobrar conciencia de sí; a ese objetivo debía servir la tarea de la crítica. Pero, ¿es eso aún posible hoy día?

Posibles temáticas a abordar:

Metamorfosis de la ideología y su concepto

  • ¿Existe algo así como un “nuevo espíritu del capitalismo”?
  • ¿Cuáles son los anclajes psicosociales de la integración pos-ideológica?
  • ¿Qué figura de la crítica de la cultura puede reclamar vigencia hoy?
  • Tras el final de la “cultura de masas”
  • Espectacularización del colapso
  • La “retromanía” cultural y los síntomas de la “lenta cancelación del futuro”

 Una confrontación crítica con los Estudios Culturales y nuevas formas de crítica cultural

  • La evolución de los estudios culturales y su configuración como alternativa a la crítica de la industria cultural
  • Análisis del marco teórico-social de los estudios culturales y sus déficits
  • ¿Es posible un diálogo entre los planteamientos de la teoría crítica y los de críticos culturales contemporáneos, como Mark Fisher o Simon Reynolds?

El capitalismo de plataformas, la digitalización y la cultura de masas

  • Industria cultural 2.0 (R. Kurz)
  • Actualidad del concepto de fetichismo de la mercancía en el capitalismo digital
  • Análisis crítico de los interfaces y su papel en la mediación de la experiencia y la constitución de las subjetividades
  • Estética de la disposición
  • Videojuegos y estetización de la política
  • Regresión de la percepción sensorial

Bases psicosociales de la reproducción cultural hoy

  • Entretenimiento y subjetivación
  • El rol de la cultura en la subjetivación de clase
  • Entretenimiento, publicidad y propaganda
  • Crisis, debilitamiento e ilusión: voluntad de ser engañado

Podrán enviarse propuestas de contribución originales en castellano, inglés, catalán, gallego o portugués hasta el 18 de abril de 2022.