Relaciones de género, capitalismo y sexualidad en la teoría crítica de la sociedad
Constelaciones. Revista de Teoría Crítica. Nº 16 (2024)
Coordinadoras: Cristina Catalina y Barbara Umrath
Fecha tope de envío de originales: 15/05/2024
Aunque los análisis sobre sexualidad, familia y relaciones de género fueron un elemento importante en los primeros esfuerzos para desarrollar una Teoría Crítica de la sociedad burguesa, estos han recibido escasa atención. En general ha prevalecido la impresión de que los teóricos críticos no hablaron mucho de género o, cuando lo hicieron, fue de forma tradicional más que de manera crítica. Al mismo tiempo, en los últimos años la teoría feminista ha mostrado un creciente interés en la crítica del capitalismo que, sin embargo, apenas ha tenido en cuenta las contribuciones de la Teoría Crítica. Esta situación invita a volver a leer las aportaciones de la Teoría Crítica a la luz de las propuestas teóricas más recientes sobre las relaciones de género y la configuración social de la sexualidad con la intención de recuperar elementos que tal vez hayan sido descuidados y podrían enriquecer los debates actuales.
Ciertamente, el corpus de la teoría crítica evidencia una cierta ceguera respecto a la problemática de género, pues reproduce estereotipos masculinos e ignora las experiencias de vida de las mujeres. Al mismo tiempo, no cabe ignorar que, desde los Estudios sobre autoridad y familia hasta los análisis del autoritarismo, la teoría crítica convirtió la familia burguesa en un objeto de análisis crucial de cara a desentrañar las relaciones de autoridad en el siglo XX. El programa de actualización de una teoría crítica de la sociedad en la estela de Marx colocó en el centro de su interés los cambios de forma y función de la familia en la transición de la fase liberal a la tardocapitalista de la sociedad burguesa. Si bien es cierto que no se produjo una confrontación sistemática con las relaciones de género, no se puede negar que el orden de género fue tematizado como un elemento constitutivo de la sociedad burguesa y del modo de socialización capitalista. En la perspectiva de la teoría crítica no es suficiente poner el foco aisladamente en las relaciones de género, sino que es preciso contemplarlas en su imbricación con las relaciones de poder, las formas de dominación social y la desigualdad estructural que definen la socialización capitalista y que median los procesos de subjetivación.
También Dialéctica de la Ilustración concede un lugar central al vínculo entre racionalidad instrumental, dominación de la naturaleza y represión de la sexualidad, la sensualidad y el placer, por un lado, y la dominación patriarcal, por otro. Sin embargo, al poner el foco en la dialéctica de la racionalidad que configura la masculinidad y el patriarcado, o en los efectos del modo de producción capitalista en los procesos de subjetivación, no abordó directamente la experiencia de las mujeres, oscureciendo así la comprensión de la dominación patriarcal. Con todo, sus análisis de la dominación masculina y los instrumentos que movilizaron para su crítica poseen una indudable relevancia para la teorización feminista. Adorno y Horkheimer señalan que la sociedad burguesa y su orden jurídico, presidido por la unidad de género y propiedad, tienen un carácter patriarcal. La imbricación de las relaciones de dominación de la naturaleza, de clase y de género se presenta como una conexión constitutiva de dicha sociedad. La masculinidad y la feminidad burguesa son producto de procesos históricos y relaciones sociales. El dominio patriarcal es inseparable de la negación del estatus de sujeto a la mujer y de su identificación con la naturaleza. No obstante, el hecho de que la Dialéctica de la Ilustración identifique la sujeción de las mujeres a la esfera de la reproducción con su exclusión de las formas dominantes de subjetivación ha sido criticado desde el feminismo. Esta identificación contribuye a invisibilizar la imbricación de trabajo doméstico no remunerado y trabajo remunerado mediado por el mercado, que caracteriza buena parte de la historia de las mujeres en la sociedad burguesa y revela tanto la interconexión de esas dos formas de dominación y explotación –patriarcal y capitalista– como la imposibilidad de reducir una a la otra.
Por otra parte, si bien hoy H. Marcuse no esté tan presente en los debates sobre teoría crítica, liberación del movimiento queer y feminismo, su diálogo con el movimiento feminista fue uno de los más relevantes en la tradición francfortiana de la Teoría Crítica. Su crítica de la sociedad patriarcal y la represión (hetero)sexual se remonta a Eros y civilización (1955), y en los años setenta abordó explícitamente la relación entre “marxismo y feminismo”. Sus contribuciones influyeron en los debates sobre el significado de la liberación sexual, la emancipación de las mujeres, así como sobre el potencial emancipador de determinadas cualidades definidas como específicamente ‘femeninas’. Su idea de emancipación es inseparable de la superación de la contraposición dualista entre lo ‘masculino’ y lo ‘femenino’. Ciertamente su comprensión de las diferencias de género nunca superó el marco de la binaridad, pero su crítica de una civilización fundada en el principio de dominación acertó a identificar esa dominación como específicamente patriarcal, es decir, basada en una conexión estructural entre agresividad, racionalidad instrumental, productividad destructiva y voluntad de poder. De ahí surgió una idea de emancipación que encontraba en las cualidades ‘femeninas’ –por más que fueran resultado del proceso de dominación– un potencial de transformación de la sociedad en su conjunto.
En resumen, la teoría crítica considera la opresión de género y el poder patriarcal como un elemento constitutivo de la sociedad burguesa. La imbricación entre dominación capitalista y dominación patriarcal vale tanto para la fase de transformación del orden liberal clásico de comienzos del siglo XX como para las fases posteriores, con unas modulaciones que es preciso analizar en su especificidad. En este sentido, una emancipación que afecte a las diferencias de género y a las relaciones de género es inseparable de una transformación en profundidad de la sociedad en su conjunto.
En este marco, invitamos a realizar 1) contribuciones que aborden textos y aportaciones centrales de la Teoría Crítica, así como también 2) aquellas que utilicen los conceptos y análisis de la Teoría Crítica para el análisis de las relaciones de género contemporáneas. Con este propósito proponemos los siguientes núcleos temáticos:
- La interseccionalidad constituye hoy un enfoque irrenunciable para la crítica feminista, y sin embargo su significado se articula de manera diferente en distintas contribuciones teóricas. ¿Cuáles son las conexiones entre las diferentes relaciones de poder y dominación desde la perspectiva de los enfoques interseccionales y de la Teoría Crítica? ¿Cuáles son sus respectivas fortalezas y limitaciones? ¿Cuáles son los posibles puntos de convergencia, los puntos de fricción o los elementos complementarios que pueden identificarse entre los enfoques interseccionales y la Teoría Crítica?
- Un concepto central en el que convergen las preocupaciones del movimiento y la teoría feminista con los análisis de la Teoría Crítica es el de emancipación. ¿Qué concepción de la emancipación en o de las relaciones sexuales y de género puede encontrarse en la Teoría Crítica? ¿Cómo cabe evaluarlo en el marco de las teorizaciones y debates feministas más recientes?
- La Teoría Crítica de la sociedad se distingue por analizar las imbricaciones entre economía, cultura y subjetividad. Esa perspectiva puede ser productiva para el análisis de las relaciones de género. Por ejemplo, un concepto clave en este sentido es el de la “doble socialización”, que aspira a llevar a cabo una revisión de la concepción androcéntrica del trabajo que invisibiliza tanto el ámbito de los cuidados como las formas feminizadas de trabajo asalariado. Al mismo tiempo, este concepto centra la atención en los efectos sobre los procesos de subjetivación, incorporando además las contribuciones del psicoanálisis. Eso ofrece perspectivas de gran interés para la teoría feminista contemporánea, que rebasan el alcance de feminismos marxistas o materialistas centrados principalmente en la división del trabajo y las teorías de la (re)producción.
- Las cuestiones relativas a los conceptos de identidad, diferencia y subjetividad y su crítica han centrado buena parte de los debates entre teoría crítica y posestructuralismo. En este sentido, la crítica del proceso de subjetivación y de la identidad parece constituir un punto de encuentro entre ambas posiciones teóricas que se enfrentan por igual a una concepción esencialista del sujeto y a la identificación de sexo y género. El ímpetu de desnaturalización del poder resulta reconocible en ambas posiciones. Pero las concepciones del poder y de su crítica, así como del papel que la subjetividad puede jugar en una crítica de la dominación, mantienen diferencias. Los debates en torno a las políticas de la identidad constituyen un campo actual de clarificación de la relación entre teoría crítica y ciertas comprensiones del feminismo.
- La relación entre teoría crítica, psicoanálisis y feminismo es una relación llena de tensiones. En la mayoría de autores de la teoría crítica el psicoanálisis ocupa un lugar prominente. Su significación para desentrañar las dinámicas autodestructivas de la modernidad, así como el auge de las tendencias autoritarias es de sobra conocido. La dominación de la naturaleza y la dominación social solo consiguen imponerse en su imbricación con la represión de la pulsión necesaria para el sometimiento de la naturaleza interna. Desde una perspectiva feminista, sin embargo, no ha sido posible una vinculación sin fisuras con Freud ni con la recepción del psicoanálisis en la Teoría Crítica. Más bien el feminismo problematizó el complejo de Edipo y los sesgos androcéntricos de su análisis de los procesos de subjetivación. Pero en el seno de la teoría feminista también se debatió intensamente hasta qué punto era necesario alejarse de la teoría freudiana de las pulsiones y acercarse al paradigma de la intersubjetividad. En este sentido cabría preguntar cuáles son las respectivas fortalezas y limitaciones de cada uno de esos enfoques sobre el género. En todo caso, las relaciones entre teoría crítica y psicoanálisis y entre feminismo y psicoanálisis constituyen una constelación productiva para iluminar las cuestiones relativas a la identidad social de género y su relación con la materialidad del cuerpo y con el deseo; a la subjetivación, los mecanismos de coacción social y la cosificación de la identidades sexuales y culturales; al rechazo pático de la ambivalencia y del desgarro interior entre las atribuciones de identidad sexual y el fondo pulsional. Por ejemplo, ¿cómo puede entenderse la relación entre la dimensión social y corporal del género desde una perspectiva de teoría crítica mediada por el psicoanálisis?
- Hoy asistimos a un incremento de las tendencias autoritarias, que movilizan los afectos antifeministas en base a nociones heteronormativas de familia, género y sexualidad. Los estudios sobre la interconexión del nacionalismo, el racismo, el antisemitismo, la homofobia, la transfobia y el antifeminismo adquieren especial urgencia en este contexto. Hasta ahora, han predominado enfoques basados en el análisis del discurso y en las intersecciones entre diferentes grupos de actores. Pero aquí habría que sondear también el potencial específico de la teoría crítica, que tal vez permita aplicar el sintagma de los “límites de la Ilustración” al análisis del sexismo: ¿Cómo pueden sus percepciones sobre la mediación social de los procesos psicodinámicos hacerse productivas para el estudio de las manifestaciones contemporáneas del autoritarismo? ¿Hasta qué punto es posible y/o necesario desarrollar los enfoques analíticos de la teoría crítica de cara a comprender los fenómenos actuales?
Podrán enviarse propuestas de contribución originales en castellano, inglés, catalán, gallego o portugués hasta el 15 de mayo de 2024.